3. Chocolate caliente

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Una maligna presencia se activó en la oscura noche de las montañas nevadas.
Estaba dispuesto a arruinar aquella festividad que se desarrollaba en esa fría estación. No pensaba permitir que aquellos monos estúpidos que lo habían despojado de su inmenso imperio fueran felices si podía evitarlo.

Fraguó un plan envidiable, digno de su gran genio maligno. Contaría con la ayuda de su único y más leal mercenario, Sorbet.

¿Vamos a arruinar la festividad llamada "navidad" de noche Lord Freezer?-preguntó el torpe ayudante con ingenuidad. Freezer asintió con seriedad.

Ahora que hemos averiguado cuál es el punto de esta asquerosa festividad debemos asegurarnos de que no pueda consolidarse. Por ello he pensado en el plan perfecto para poder evitar que festejen con tranquilidad-dijo Freezer con una expresión rígida.

Recuerde que no debemos pelear con ellos o nos matarán-dijo a modo de recordatorio el extraterrestre de tez azul. Aquel era su más grande temor, sabía que ni siquiera el emperador del mal podía derrotarlos.

No seas tonto Sorbet, podemos hacer algo contra ellos sin tener que enfrentarlos directamente-afirmó el alienígena con una media sonrisa- Solo hay que destruir todas las cosas que tengan que ver con la dichosa navidad-aseguró- Incluyendo a esos asquerosos humanos que cantan en las calles-dijo con molestia. Era lo que más le exasperaba de aquella festividad. Odiaba la felicidad de los demás. 

¿Podemos robar dulces antes de destruir la tienda de dulces?-preguntó Sorbet interesado. Si bien tampoco le llamaba tanto la atención aquella tradición humana, si quería poder disfrutar de las cosas que comían los humanos en esas fechas.

Por supuesto, también robaremos galletas-afirmó Freezer inmediatamente, tenía debilidad por las cosas dulces. Sorbet le había contado todas las cosas deliciosas que Vegeta y su familia habían estado disfrutando cuando los había espiado.

Vegeta-llamó Bulma, aún estaba algo dormida. Pero debía empezar pronto su día o todo se retrasaría-Vegeta -reiteró, se dio vuelta en la cama para poder ver a los ojos a su esposo. El mismo aún estaba dormido.

Observó el rostro tranquilo del saiyajin, pocas veces lo encontraba así, siempre solía despertarse antes que ella para entrenar. Supuso que el mismo había decidido dormir hasta más tarde dado que ese día no iría a realizar su rutina de entrenamiento.

Vegeta-llamó nuevamente en voz baja. Tocó con la punta de su dedo la nariz del príncipe. El mismo pareció empezar a despertar al sentir el contacto-Buenos días mi príncipe-dijo con suavidad.

Vegeta la estrechó un poco más fuerte con sus brazos con algo de pereza. Tenía algo de cansancio aún como para levantarse.

Vegeta nos tenemos que levantar, aún debemos hacer algunas compras-dijo Bulma, sabía que aquello significaba que aún no quería levantarse-¿Me acompañas?-preguntó.

Maldita navidad-maldijo por lo bajo el saiyajin. Bulma rió levemente al oírlo, su voz ronca por la mañana le encantaba.

Te amo Vegeta-dijo la mujer con una sonrisa, su esposo lucía adorable con aquella expresión dormida.

Vegeta abrió los ojos y la miró con poca concentración algunos segundos. Intentaba despertarse del todo aún. Se aproximó a la frente de la peliazul y la besó.

¿Si me acompañas?-preguntó Bulma al notar el gesto de su esposo. Vegeta se incorporó en la cama con pesadez.

De acuerdo-respondió con tono perezoso. Estiró sus brazos mientras Bulma también se sentaba en la cama.

¿Dormiste bien?-preguntó intrigada, le gustaba mucho cuando Vegeta aún estaba en la cama con ella. No solían verse tanto por las mañanas dado a su trabajo o al entrenamiento de él.

Aventura de navidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora