Uno

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La tenue luz que anunciaba horas tempranas de la mañana se colaba por una abertura entre las cortinas. Juliana se maldijo internamente por lo haberlas cerrado bien la noche anterior. Se dio la vuelta y coloco su cobertor encima de su cabeza. La pesadez que atrapaba nuevamente a su cuerpo se fue profundizando mientras volvía a quedarse dormida. La vibración de su teléfono contra la madera de su mesa de noche advirtió una notificación, luego dos seguidas, otra una vez más y no volvió a vibrar. Ignoro el aparato y apretó sus ojos para recuperar el sueño.

Ahora la vibración era insistente, lo que le indicaba que ya no eran mensajes o notificaciones sino una llamada. Juliana gruñía mientras retiraba las mantas de mala gana y tomaba el aparato de su mesa. Contestó sin mirar quien era.

"¿Bueno?" dijo con voz áspera del sueño y con un límite odioso por la intromisión.

"¿Te desperté?" el tono de disculpa del hombre al otro lado no calmaba su enojo por haberla hecho levantar "te escribí primero ¿eh?"

"Miguel" expresó la morena con impaciencia y pasando una mano por su rostro "ya te contesté ¿qué quieres?"

"¿Piensas que solo te llamo porque quiero algo? ¿cómo crees?" el gruñido que recibió como respuesta lo decía todo "está bien, está bien, hermosa Juli, no te llamaría a esta hora si no fuera algo muy importante, necesito un favor"

"Tenga un mal presentimiento" murmuró y el chico continuó.

"Mira, en este momento estoy viajando a casa de mis padres por una emergencia familiar, y necesito que me cubras el turno en la pizzería"

"Miguel wey, no, no .."

"Juli, por favor, ya llamé a otras personas, es Viernes y nadie está libre, además tu eres la única que me ha reemplazado en otras ocasiones. Marcos ya me dijo que si no encontraba reemplazo me iba a correr y sabes que necesito la chamba" terminó en tono de súplica.

La chica pasó su mano libre por sus ojos y alejo mechones oscuros de su rostro. Miguel era su mejor amigo, sus padres le pagaban la universidad, pero el dinero era escaso, entonces el chico había tenido diversidad de trabajos para cubrir otras necesidades. Nadie más que ella sabía lo difícil que era y el esfuerzo que tomaba estudiar y trabajar, menos mal que este era el último semestre de ambos. Miro al techo contemplando la luz de la mañana sabiendo cuál sería su respuesta.

"Ultima vez Migue, lo juro" advirtió la chica.

"Te amo te amo te amo" repitió, las palabras uniéndose "te voy a pagar el turno y te voy a invitar a comer, lo juro Juli"

"Si si" rodó sus ojos "¿puedo ir a recoger tu moto a tu depa?"

"No debes moverte Juli, ya está en el parqueadero de tu edificio" la mujer levantó una ceja que él no veía, pero la risa del chico le hacía pensar que conocía la cara que estaba haciendo.

"Eres un convencido" sacudió su cabeza "adiós, voy descansar porque más tarde tengo que ir a repartir pizzas"

"Gracias Juli" gritó el chico. Colgó y se recostó con fuerza sobre sus almohadas. Pinche Miguel.

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Juliana miró la dirección en la factura y al edificio. Parecía estar en el lugar correcto. Tomó las cajas de pizza y se dirigió al lobby, muy lujoso con un gran escritorio, una lámpara colgante y pisos en los que podía ver su propio reflejo. El encargado del lobby la anunció y le indicó el elevador. Subió al mismo apretando las cajas en sus brazos. La puerta se abrió para revelar un pasillo pulcro y amplio. Pocas puertas, lo que indicaba departamentos grandes y probablemente lujosos.

La tercera es la vencidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora