31~ Visita Inesperada

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Día 51

Kendal

Sentía unas caricias en mi cabello, los dedos bajaron a mi frente esperando a que abriera los ojos, los abrí un poco para ver el rostro de quién estuviera a mi lado. Un rizo de cabello castaño se interpuso en vista, la sonrisa ladina que me hacía querer vomitar mariposas y esos ojos negros que me encantaban, me miraban con dulcura. Respire un momento dándome cuenta lo afortunada que era.

—Carla —tome su mano con cariño.

—Kendal —me abrazó dejándome oler su tranquilizante aroma de frutos rojos. Note que sus ojos estaban rojos al igual que sus mejillas, estire mi mano para acariciar su mejilla con suavidad. —creí que en verdad esa bala te había matado —cerro los ojos y apretó mi mano contra su rostro.

—creí haberte dicho que no quería que fueras —dije sería, en verdad el susto nadie me lo quita ni siquiera ella.

—lo sé, pero no quería dejarte sola —se aparto de mi.

—si te lo dije fue por algo —suspiré —conozco a esas personas y sabía lo que iban a intentar hacer, por eso tenias prohibido ir —agachó la cabeza con tristeza.

—pero no pasó nada, aquí estoy y estoy bien —sonrió pero sus ojos se comenzaban a humedecer.

—¿Y si te hubieran llevado? —una lágrima rodó en su mejilla —no lo soportaría, en el momento que sentí que te perdía mi mundo se partía en pedazos pequeños y mil futuros pasaban por mi mente y ninguno era bueno si no estabas ahí —limpie las lágrimas que comenzaban a salir de sus hermosos ojos —Mi deber es cuidar de ti y casi te pierdo, moriría si te pierdo —sujete su mejilla con Cariño.

—Lo lamento tanto Kendal, prometo obedecer apartír de hoy —tomo mi mano mientras yo soltaba un largo suspiro.
Me alegraba saber que se encontraba bien, solo así pude dormir con tranquilidad.

Carla

—el doctor dice que la bala no le causó un daño severo, aún así debe descansar —explicó Mark sentándose en el sillón de cuero blanco que se encontraba en la habitación, los demás enteraron detrás.

—¿Ya despertó? —pregunto Hugo acercándose a ella.

—si, pero unos minutos después volvió a dormir —respondí mirando como dormía plácidamente.
La puerta se abrió de golpe dejando pasar a la mujer elegante de pelo castaño, Beatriz.

—hija —se acercó a Kendal acariciando con cariño su cabello —¿Qué ocurrió? —pregunto mirando a los cinco chicos sentados en el sofá.

—pues... —Maeson iba a hablar pero la mirada asesina que le ofreció la madre de Kendal lo interrumpió.

—estábamos jugando con unas nuevas pistolas de juguete que compramos y accidentalmente le dispare a su pequeña, lo siento —respondió Stacy.

—deberían tener más cuidado, Cariño —todos los amigos de Kendal salimos de la habitación dejando a solas a Beatriz junto a su hija.

Después de una media hora la mujer salió dando la noticia que dentro de dos días podrá ser dada de alta sin nada más que decir se fue despidiéndose de todos.
Intentaba dormír en el incómodo sofá del lugar, todos habían ido a dormir a su casa después de que el doctor les dejara en claro que Kendal estaría bien. Por mi parte decidí quedarme a su lado como estoy segura de que ella estaría si yo fuera la que esta mal.

—Carla —mi nombre junto a la risa de Kendal me hizo detener mi labor buscando una posición cómoda —ven aquí —ella se acomodo de lado dejando un lugar que supongo es para mí.

Viviendo con ella  [III]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora