El cansancio de aquel día lo había derrotado y al poco tiempo cayó en un profundo sueño.
El cual fue interrumpido un par de horas después, por un insistente golpeteo en su puerta.Abrió los ojos tratando de recordar dónde estaba, estiró su brazo derecho mientras que con el dorso de su mano izquierda tallaba uno de sus ojos, y entre eso, se dirigió a la puerta con pasos arrastrados y la espalda encorvada.
Una vez más despierto, encendió las luces, y se decidió a abrir la puerta, más por la curiosidad de quien podría ser que por sus propios modales.
Frente a él se encontraba un joven alto, de un peinado excesivamente estirado y una gran sonrisa. A Roger le causó cierto repelús.
—Buenas noches compañero —saludó el joven fuera del cuarto —Un gusto conocerte, soy Brian Harold May —extendió su mano hacia el rubio mientras se presentaba
—Roger Meddows Taylor —respondió con confusión
—Muy bien Roger, el propósito que me trae aquí es el de explicarte el funcionamiento de nuestros días —habló aún sonriente
—Ajá —el rubio le miró con extrañeza
—Te entrego un horario impreso —le extendió una hoja de papel.
Roger abrió con incredulidad los ojos al observar todos los recuadros de cada hora del día marcados con una actividad diferente.
—Nuestro día comienza a las seis y media de la mañana, cuando todos salimos de nuestros cuartos y nos dirigimos al comedor, que se encuentra en el edificio frente a este —señaló hacia la ventana del pasillo donde la oscuridad de la noche no permitía ver nada —Para tomar nuestro desayuno.
El sentimiento de desagrado dentro de Roger, creció aún más al oír la hora de inicio e imaginar cuando debería levantarse de la cama.
—Justo después, a las siete en punto, tenemos que dirigirnos a nuestros respectivos espacios de estudio, dependiendo del grado al que asistas, tomarás lugar en alguno de los salones —explicó rápidamente
—¿Cómo sé a qué grado pertenezco? —preguntó Roger.
Al haber comenzado a ser educado desde casa le había impedido conocer el grado correspondiente a su edad.
—Eso se te explicará mañana, un compañero te guiará por tu primer día, él se encontrará en el primer piso junto con el resto de los compañeros nuevos, lo reconocerás fácilmente.
Brian sostenía su sonrisa que comenzaba a incomodar a Roger, quien no concebía cómo alguien podía mantenerse así tanto tiempo.
—Al término de las clases, se toma un pequeño refrigerio, de igual manera en el comedor donde justo después tenemos clase de modales y etiqueta en la mesa —continuó explicando —Y después, tendrás hasta las siete de la noche para haber concluido tus deberes escolares, que es cuando tomarás alguna clase extracurricular a tu elección, y es hasta las ocho y media de la noche que se permite el acceso a los dormitorios. ¿Alguna duda?
El rubio no había terminado de captar la mitad de las cosas que dijo el más alto, pero no preguntaría nada, porque no entendía del todo sus propias dudas. Igual, quizá su guía de mañana le volvería a explicar.
—Creo que no —negó con la cabeza
—Perfecto —asintió mientras revisaba el montón de papeles que llevaba consigo —Te entrego también un reglamento de la institución para que lo leas y evites meterte en problemas.
Roger rió por dentro, no era de los que causaban problemas por diversión, pero si le gustaba llevar la contra a lo que le indicaban.
—Muy bien, mi labor aquí ha terminado, espero que tengas una excelente semana y nos vemos el viernes, que vendré a explicarte el funcionamiento del fin de semana, de igual forma, si tienes alguna duda puedes encontrarme en el piso de arriba, en el dormitorio que está justo sobre este —aclaró —Adiós
—Adiós —se despidió el rubio aún confundido.
No cerró la puerta, pues se quedó mirando el reglamento unos instantes, mientras tanto, Brian se dirigió a la habitación siguiente y llamó a la puerta.
En cuanto esta fue abierta un "¡Pudrete May!" se dejó escuchar desde dentro, seguido de un portazo, que dejó al pobre joven de ojos hazel con las palabras en la boca y un rostro ofendido.
Tal vez Roger no era el único al que aquel chico no le había agradado mucho.Se adentró en su habitación nuevamente cerrando la puerta.
Se acercó a sus maletas dispuesto a liberarlas de su peso, a pesar de que no necesitaba muchas de las cosa que llevaba, pues, una de las primeras reglas indicaba de manera obligatoria el portar uniforme, uno que constaba de un par de pantalones de vestir en color negro, camisa blanca de vestir igualmente, mocasines impecables y un listón rojo adornando el cuello a manera de moño.
También estaba indicado que este se encontraba en sus habitaciones, listos para ser usados.
Roger buscó con la mirada por todo el lugar y no encontró nada, tan solo descubrió que junto a su cama había una pequeña mesa de noche con un reloj despertador y un pequeño radio sobre ella, serían de ayuda con eso de levantarse temprano.
Se acercó entonces al enorme mueble frente a la cama, al abrir una de las puertas encontró dentro su uniforme siendo lo único que ocupaba espacio ahí.
Pero el chico se sentía demasiado agotado como para preocuparse por si era de su talla, o para acomodar sus propias ropas dentro del armario, ni siquiera sintió ánimo o necesidad de buscar su pijama, simplemente cerró de nuevo el mueble, apagó la luz y se recostó a dormir.
El ensordecedor sonido del despertador lo hizo levantarse de golpe, lo cual le provocó un ligero mareo, y lastimó sus ojos debido a la tenue luz que entraba por su ventana.
"¿Por qué los malditos despertadores están programados?" pensó.
A pesar de sus quejas, esto le había salvado de llegar tarde a todo, ya que le despertó justo a las seis de la mañana.
La mañana era fría, y eso lo resintió una vez que estuvo fuera de la cama, por lo tanto el bañarse no era una opción ahora.
Millones de pensamientos pasaban por su cabeza, el nerviosismo que sintió el día anterior era nada comparado con el que sentía ahora, sabía de sobra que los primeros días definen el resto de la semana –por no querer pensar en el resto del semestre– y eso no ayudaba en nada.
Su pereza del día anterior le cobró cuentas en el momento en que descubrió que su uniforme le quedaba ligeramente grande, no gigantesco, pero si lo suficiente como para hacerle lucir más pequeño, lo cual le incomodaba.
Ahora debía averiguar qué hacer en ese caso.
Entonces recordó al guía que le fue mencionado, quizá él sabría qué hacer.
Al no saber en qué curso estaría, no tenía la más mínima idea de que llevar consigo, por lo que se limitó a un cuaderno grueso y una pluma, implorando internamente que le fuera suficiente.
Justo cuando el reloj marcó las seis y media, logró escuchar pasos apresurados fuera de su puerta, el día había comenzado.

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𝐶𝐸𝑅𝐸𝑍𝑂
Фанфик"Y de toda aquella gigantesca institución, su lugar preferido era el túnel de cerezos..."