catastrofe y consuelo

149 25 4
                                    

Los ojos de Hyungwon se encontraban completamente hinchados, rojizos y húmedos,  mientras su respiración seguía también irregular, y su mente continuaba trabajando a toda prisa, repitiendo una y otra vez la escena de sus padre gritándole lo antinatural que era, el pecado que estaba cometiendo, señalándole con el dedo acusatoriamente mientras, con miradas cargadas de odio, escupían lo mucho que lo detestaban. Su padre había gritado el que más, sin tener dudas o culpa alguna mientras le repetía que se fuera de su casa, mientras su madre lloraba en silencio después, tratando de asimilar que, en efecto, su hermosa, elegante y adorada hija Dodo en verdad era nada más que un chico completamente reprimido por el género que se le había asignado erróneamente. 

Y ahora ahí se encontraba, metiendo todas las pertenencias que tenía en una maleta, mientras el nudo en su garganta le impedía respirar, tratando de pensar en algo productivo como, ¿Dónde podría vivir ahora? O al menos, ¿dónde podría pasar la noche? Nadie a su alrededor sabía de su verdadera condición. ¿Qué pasaba si sus amigos, si su novio, si incluso la única familia que le quedaba también lo rechazaba? ¿Qué haría entonces?

- Date prisa, no quiero tener a un ser tan despreciable como tú ni un minuto más bajo mi techo. - La profunda voz del señor Chae se hizo presente en el cuarto, el cual ni siquiera podía considerar como suyo ahora. Asintió mientras se mordía los labios una vez más, con éstos ahora hinchados y rojizos debido a que trataba de reprimir sus sollozos de esa manera. Terminó de hacer aquella maleta, cerrándola con manos sudorosas y temblorosas, dejándola en el suelo y tomando el último abrigo que quedaba en su armario, poniéndoselo por encima del pijama, pues ni siquiera le habían dejado tiempo para cambiarse de ropa. 

- Te vas ahora mismo de aquí y no vuelves, ¿me entiendes? Me da igual que te hayas olvidado algo, este es tu momento para llevarte todas tus pertenencias. Y si te veo cerca de aquí, te mato, ¿entiendes? No te acerques a mi familia, estás enferma. - 

Las palabras de su progenitor se clavaban como cuchillas en el pecho del joven, quien ni siquiera se atrevía a levantar la vista de sus zapatos. 

- ¿Entiendes? - Repitió el señor Chae, alzando la voz, y por ende, causando un escalofrío en Hyungwon. Éste asintió con la cabeza como pudo, tragando saliva con fuerza mientras observaba como el hombre al que solía llamar padre tomaba de mala gana la maleta y la arrastraba sin cuidado alguno por la casa hasta la entrada principal. Hyungwon, sabiendo que si no lo seguía se llevaría además de insultos un buen golpe, caminó con rapidez hasta la entrada también. 

Ni siquiera volvió a ver a su madre, aunque, de camino a la salida, pudo escuchar algunos sollozos provenientes de la habitación del matrimonio Chae. 

Llegó al vestíbulo, observando cómo la maleta se encontraba tirada a media calle y cómo el señor Chae esperaba impacientemente a que la persona que antes conocía como su dócil y reservada hija atravesara la puerta para no volver. 

Hyungwon, tomando el poco valor que le había quedado después de haberse confesado a sus padres, levantó como pudo la barbilla y salió  de la casa a la cual no volvería a llamar hogar nunca más. 

No miró atrás, aunque tampoco le fue necesario, pues enseguida escuchó una última maldición proveniente de lo más profundo de la garganta de su padre, antes de que la puerta se cerrara con un ruido ensordecedor. Tampoco se permitió llorar hasta que estuviera lejos de ese lugar. Tomó su maleta con las pocas fuerzas que le quedaban y, con un suspiro desalmado, comenzó su camino hacia ninguna parte. 

Caminó por casi una hora, entre las desalojadas calles oscuras de la ciudad, sin saber bien a dónde le llevaban sus pies hasta que se encontró a sí mismo arrastrando su maleta hasta el porche de la casa de su novio. Con las mejillas empapadas de lágrimas secas y la respiración algo más calmada, paró en seco, observando la silenciosa y desolada calle y segundos después, enfocando su mirada en la puerta principal de la casa de Shin Hoseok. 

s(he) •2won•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora