Navidad al estilo del espacio

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Era de día, lo supo cuando escucho la televisión a un volumen demasiado alto como para molestar a cualquiera que estuviese alrededor, agradecía no tener vecinos cerca, llevó las manos a su rostro, en donde talló con fuerza intentando eliminar el cansancio, no era necesario que mirara el reloj de la mesita de noche, sabía que no pasaban de las siete de la mañana. A esas alturas, ya debería de estar acostumbrado a su nueva rutina, pero, lamentablemente no era así, seguía sufriendo el tener que despertar tan temprano, en un día donde no tenía trabajo y cuando el ambiente estaba descendiendo a temperaturas inhumanas.

Luego de quedarse mirando el techo, reprochando el haber nacido, decidió levantarse, casi al instante se arrepintió, hacía mucho frío, sin duda, estaban atravesando uno de los inviernos más fríos en muchos años, se puso una sudadera acolchada para salir de la habitación, sus pies descalzos tocaron la madera tibia, agradecía mucho haber hecho caso a su hermano e instalar la calefacción de piso. Al llegar a la sala el ruido del televisor se hizo mucho más evidente, bufó molesto.

—Ya te dije que no tienes que subirle tanto y no lo veas tan cerca—regañó con los brazos cruzados.

Un par de ojos color acua le miraron curiosos. —¿Me?

—Sí, te estoy hablando a ti—chaqueo la lengua, se sentó en el sillón tomando de paso el control del televisor, bajo un poco el volumen descansando sus oídos—. Jimin no deberías de despertar tan temprano.

—Es que....aún no entiendo ¿Cuándo es temprano? ¿Qué es temprano para ti?

Su voz sonaba confundida, con aquella tonalidad dulce que le caracterizaba, un tanto aguda, pero linda al final del día. Entonces, recordó que si quería que él entendiera algo, debía de ser muy claro y explicativo.

—En tú mundo ¿En qué momento despiertas? —ahora el de la curiosidad era él. 

Se lo pensó por algunos momentos. —Cuando pasa el meteorito número diez.

Yoongi suspiró, a medida que pasaba el tiempo, sabía menos del mundo de Jimin. Porque sí, él era un simple humano granjero, pero su "esposo" era un tierno alienígena con antenitas brillantes.

Todo comenzó una noche de año nuevo, como todos los días descansaba en la comodidad de su cama cuando lo escuchó. Un estruendo poderoso, despertó al instante, como no era nada a lo que estaba acostumbrado, decidió salir a ver de qué se trataba. A unas millas de su propiedad, el campo de arroz estaba prendido en fuego azul, al principio creyó que había sido un avión que se había estrellado contra la superficie de la tierra, algo que era inusual, pero no del todo extraño, grande fue su sorpresa, cuando al acercarse se percató que no se trataba de nada de lo que una persona normal pudiera pensar.

Una enorme cosa de metal brillante, en forma de siete picos estaba en medio del desastre, sabía que no tenía que acercarse, que lo mejor era llamar a las autoridades, pero la curiosidad era más grande, sobre todo al ver cómo una parte de aquel extraño, pero gran objeto brillaba con una luz blanca cegadora, apartó la mirada por unos momentos, cuando la luz comenzó a descender, volvió la mirada, en un abrir y cerrar de ojos cayo de espaldas sobre la tierra, delante de aquella cosa de metal, que parecía ser ahora de un material que reflejaba todo, como un espejo, se encontraba un hombre, o lo que podía llamar como hombre.

Su cuerpo era delgado, alargado, desnudo, con una coloración en la piel soldada, como si fuese oro líquido, su cabello no podía distinguirse, así que no sabia si era calvo o lo llevaba corto, nada más en su rostro se veía, más que sus ojos, grandes y completamente negros.

Fue alejándose, haciendo más ruido del necesario, muriendo del miedo, pero paró en seco cuando la vista de aquel ser de posó sobre su cuerpo, se quedó quieto, mirando la manera en la que le observaba, ladeo la cabeza antes de que su cuerpo desprendiera una luz dorada. Yoongi cubrió nuevamente sus ojos, el calor del momento elimino cualquier indicio de frío. Cuando todo acabó, bajo lentamente el brazo, miró hacia el frente, pero ahí no había nadie, por un segundo pensó que todo lo había imaginado, que no era más que un extraño producto de su imaginación por beber hasta altas horas en la noche, sin embargo, el artefacto de gran tamaño seguía ahí.

La Primera Navidad de Mi Esposo Alienígena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora