Escena III

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[En el salón de la casa de Santiago y Pepe. Se abre la puerta de la entrada y se escucha el estallido de las llaves contra el cenicero que está encima del mueble de la entrada. Pepe tumbado en el sofá con desgana. Observa de reojo la cajetilla de tabaco casi vacía y se enciende uno de ellos con esmero. Santiago entra al salón.]

PEPE: (medio gira la cabeza) ¿Qué haces ahí parado? Parece que hayas visto un fantasma (ríe).

(Santiago sigue en silencio)

PEPE: (da una calada larga, la expulsa) Al final el amor no siempre lo es todo, ¿no? 

SANTIAGO: Eres... Eres un mal nacido. Un desgraciado. (Pausa) Eres lo peor que ha traído este mundo. No sé como alguien como mamá pudo dar la vida a un ser tan despreciable... (da un golpe a la pared).

PEPE: Pero, ¿me puedes explicar qué te pasa? No será para tanto...

SANTIAGO: Todavía tienes la cara de preguntarme que qué me pasa... He quedado con Marga. (Pausa) Le he comprado flores. Las que me dijiste, ¿sabes? Y adivina qué. Que tú, además de un mal hermano, eres un maldito falso. No sé como has sido capaz de darme consejos cuando por detrás le ibas diciendo a Marga no se qué de que estoy enfermo. ¿Qué puta mentira es esa? (Se encara) ¿Por qué lo has hecho? Dime. Contesta. Joder. ¿Por qué?

PEPE: Vaya. Qué fácil se ha quitado el muerto de encima...

SANTIAGO: ¿Qué dices?

PEPE: Sí. Que qué fácil le ha resultado que cayeras en sus redes...(Pausa) Está claro que te ha mentido hermano. Dime, ¿cómo te lo has creído?

SANTIAGO: ¿Mentirme? (Pausa) Si estaba muy seria. Incluso a punto de llorar. Yo me lo creí.

PEPE: Qué iluso.

SANTIAGO: ¿Me estás diciendo acaso que es mentira?

PEPE: Pues claro.

SANTIAGO: Pero por qué iba a decirme tal cosa.

PEPE: Pues no lo sé. Yo creo que es evidente.

SANTIAGO: Pero es que no entiendo nada. Ella lo dijo como si estuviera muy segura.

PEPE: Es una mujer.

SANTIAGO: Ya, claro que es una mujer. (Pausa) ¿Qué tiene eso que ver ahora?

PEPE: A ver hermano, las mujeres son así. Ya te lo dije. Son malas. No valen para nada, solo para dar problemas. Y, visto lo visto, para romperte el corazón. Es un don que tienen. Tienen una facilidad innata para mentir. Eso es así.

(Santiago se sienta en un sillón)

SANTIAGO: (angustiado) No puedo creerlo. Cómo he sido tan tonto...

PEPE: ¿No decías que estabas enamorado? Quizás sea eso. Dicen que los enamorados son capaces de todo. Incluso hasta de creerse mentiras como esa...

SANTIAGO: Pero ella... Ella me había dicho que me quería. Habíamos pasado unas semanas increíbles. Teníamos una conexión especial. Es más, le dije que le ayudaría a deshacerse del maltratador de su marido si ella me lo pedía... Joder. ¡Qué le he dicho que mataría por amor a ella! ¿Se puede saber de qué está hecha?

PEPE: Las mujeres son así...

SANTIAGO: He sido un auténtico imbécil. Se ha reído en mi cara y yo...

PEPE: Te lo has creído claro...

SANTIAGO: Pero es que la quiero, hermano. ¿Qué hago? Mi vida sin ella no tiene sentido. No tengo ganas de nada. Siento que se me ha quebrantado el alma en dos.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2020 ⏰

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