Parte única

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JeNo observó a JaeMin apretar los labios con fuerza mientras tenía sus ojos sobre él y el ridículo disfraz de mierda.

—Ríete y te corto la lengua –el mayor gruñó acomodando la estúpida máscara en su rostro, era sofocante, la máscara y el estúpido traje, sentía que no había ventilación por ninguna parte y el disfraz estaba tan adherido a su piel que parecía que era un traje porno en vez de un disfraz para una fiesta infantil. Un traje porno que cumplía su papel al dejar muy poco a la imaginación.

—Te ves adorable.

—Tienes suerte de que eres mi amigo, JaeMin porque luego de esta explotación lo único que quiero es entregar mi carta de renuncia –el azabache sacó la máscara de su rostro y se miró en el espejo pegado a la pared, del cual desconocía su utilidad y que en ese momento sólo le dejaba ver lo ridículo de su estado—. Hoy te odio más que nunca en mi vida.

Ahora, ¿Por qué JeNo habría de odiar a JaeMin? El chico era amable, cariñoso, atento, era emprendedor por lo que teniendo veinticinco años tenía su propia cafetería, en la cual él trabajaba. Era su mejor amigo desde que tenían cinco años, siempre estaba para escucharlo y apoyarlo y no recuerda ni una sola discusión en donde se alejaran por más de veinte minutos, para más era un gran jefe y tenía ideas que hacían que su cafetería nunca fuese olvidada. De ahí venía su gran enojo.

A su jefe, el gran imbécil que retenía la risa apretando los labios junto a él, se le ocurrió la brillante idea de que su local pudiese reservarse para cumpleaños y otras fechas especiales, JeNo al ser un amigo fiel lo apoyó en todo pero definitivamente vestirse del hombre araña para un montón de niños no estaba en su mente cuando lo hizo. Porque se habría negado.

No, no y de nuevo no.

Pero ya no podía retractarse, JaeMin necesitaba que usara el ridículo traje y aunque mencionó antes que pensaba en dejar su carta de renuncia, sólo era dramatismo, era el mejor trabajo que había tenido en mucho tiempo. JaeMin era un jefe comprensivo y al sentir un gran cariño hacia él defraudarlo era casi un pecado, por lo que tenían la mejor relación empleado-empleador que se podía. Por esto, aunque estaba cabreado echó su cabello hacia atrás y se apoyó en el mostrador, del lado interno, apenas había un par de personas dentro del local por lo que no le importó el niño que lo señaló diciendo que él no era el Hombre Araña de la película. Bua, por Dios, existían tres diferentes hombre araña, ¿por qué no podía ser el spider-man asiático? Estúpidos niños. JaeMin, además de ser el dueño atendía al público junto a DongHyuck quien, como habitualmente ocurría, estaba llegando tarde, y RenJun quien amarraba el delantal negro tras su espalda con los labios fruncidos.

—Dios, éstas cosas son imposibles... –RenJun murmuró y JeNo se percató de la sonrisa pequeña que JaeMin tenía mientras fingía no mirar a su empleado, retuvo una sonrisa y chasqueó sus dedos frente a su jefe haciéndolo dar un respingo, seguía siendo el mismo baboso obvio de cuando eran unos críos sin lugar a dudas.

—¿Cuánto dura mi condena?

—Uhm, cuatro horas a lo mucho, es una fiesta infantil y según lo que la madre del niño me dijo vendrá un mínimo de setenta personas y en sí, un mínimo de treinta niños –jodida sea el día que aceptó, no era un niño, eran treinta. Iba a volverse loco—. Y luego deberás ayudarme a limpiar.

—O me cuelgo de una de las ridículas telarañas o acabaré renunciando, lo juro.

—¿Quién va a renunciar? –DongHyuck apareció detrás de RenJun comiendo un chicle haciéndolos dar un respingo, observó al chino y amarró correctamente el delantal aunque este no se lo pidió. Rodó sus ojos rodeando los hombros ajenos y JeNo casi pudo escuchar los dientes de JaeMin rechinar por como apretaba la mandíbula—. Dios, RenJun, a ver si aprendes a hacer el nudo.

Hecho a mi medida. || LJN+XDJ [¡!Navidad 2020]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora