El lazo
- ¿Qué te ofreció? - Damian presionó- ¿Dinero?, ¿Una joya que yo no puedo costear? - ¿Qué...? ¡No! - Se enderezó y se lo quitó de encima. A causa de la angustia, le dolía respirar- ¡Yo no soy una cortesana! - Tienes razón, Richard. Las cortesanas guardan algo de clase. Tú en cambio, eres una puta.