Al fin
Leo, mi inquilino de veintiséis años, ha demostrado sin darse cuenta en varias ocasiones su dominio sexual. Con tan sólo entrar a la cocina compartida he podido escuchar los alaridos inundados de placer provenientes de su cuarto en el segundo piso. A decir verdad en alguna ocasión me he quedado de pie en la barra, con...