Solo quedan trenes de ida
Y de repente, una noche empiezas a escribir aquello que siempre has necesitado sacar de ti y nunca has podido. Notas cómo la tinta dibuja las palabras en el folio; cómo los dedos presionan sin querer las letras del teclado en tu ordenador, y aparecen: aparecen microcuentos, micropoemas, microvidas. Y vuelves a sentir...