Una conversación para otro día
Sí, Kankuro lo sabía. Él sabía todo eso, y más. Sabía que contar las verdades a medias y las mentiras que las paredes de su residencia habían escuchado tomaría mucho más tiempo que contar las dunas del desierto. Y también, por supuesto, estaba consciente de que había muchas cosas que no sabrían nunca.