Continúo caminando lentamente sobre la alfombra roja aterciopelada hasta que lo noto a él, va vestido con su impecable traje militar rojo, su cabello negro intacto junto con esos hermosos ojos color verde que me observan atravesando mi alma sucia y obscura. Me ve con una frialdad implacable; sin embargo, noto una pizca de dolor en su mirada. Seguimos viéndonos en silencio, hasta que un carraspeo hace que vuelva la vista al frente dándome cuenta de que he detenido mis pasos, yergo la espalda y sigo caminando, acelerando el paso llegando en cuestión de segundos hacia el altar, en él se encuentra mí prometido. ...Sus ojos que antes me habían mirado con frialdad ahora solo me observan con dolor y resentimiento. ‒ Todavía no entiendo porque accediste a casarte con él, se supone que me amabas hasta morir y que nada ni nadie, ni siquiera tus padres, se interpondrían entre nosotros‒dice con rencor. Quiero decirle la verdad, pero no puedo, no puedo. Agacho la cabeza para evitar su mirada y así no responderle. ‒Creía que eras diferente, que lucharías contra todo para estar conmigo, pero veo que mi "amor" no fue suficiente‒ susurra. Alzo la mirada para verlo a los ojos por última vez y decido alejarme de una vez y para siempre de mi zielsverwant esperando en un futuro poder reencontrarme con él y vivir el resto de mi vida a su lado... Dicen que en la vida hay sacrificios que se deben hacer por mantenerse vivo, pero ¿qué pasa cuando en el trayecto una parte de tu alma muere?
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