Amarlo dolía... Dolía muchísimo--pensó él en silenció, con una solitaria lagrima derramando por su cien, gritando su dolor. --¡Lo Siento!--quiso gritar. Pero lo único que alcanzó a hacer fue arrastrarse por el piso, estirar su mano para alcanzar la ajena, mirar la luna a través de la ventana rota. Rozar esa piel suave que por años lo había sostenido, salvado, amado. --Lo siento.... --susurró a la nada.