Convertirse en padres es maravilloso. Crees estar totalmente preparado cuando en realidad no lo estás. Muchas veces al estar tan absortos de nuestro nuevo y tan esperado integrante de la familia, al que le entregaremos nuestros corazones sin pensarlo dos veces y por el resto de nuestras vidas, en ocasiones la fatiga que ocasiona es inevitable, nos hacen unas muy horripilantes jugarretas. ¿o no?