Draco Malfoy sabia que no debía utilizar ese polvo, pero su hijo y el hijo de su mejor amigo son más terco y persuasivos que él mismo, sabia que era muy probable que su esposa lo mandara a dormir al sillón si se enteraba, pero que más daba, él era un reconocido alquimista nada podía salir mal... o si, Por culpa de Draco, de su hijo Scorpius y de Albus Severus todos terminan en Hogwarts del pasado, exactamente en el quinto año de la segunda generación, un poco antes de terminara ese año tan difícil para los alumnos, sobre todo para Harry. Esta visita inesperada podría aliviar corazones, dar esperanza, ordenar mentes y salvar alguna vida. -Soy una Malfoy, siempre lo seré-dijo la pelirroja abrazando a su novio, -pero quisiera que mi padre me hubiera amado, que me abrazara a pesar de que soy una omega. -Soy una alfa, todos los Parkinson lo son y no me voy a tragar que tú eres mi predestinado-grito al borde las lagrimas, -jamas estaría con un mestizo de mierda como tú, un huérfano que no tiene nada en la vida. -¿Es broma? jamas pondría mis manos en una Sangre Sucia como ella, antes prefiero morir que enamorarme de un ratón de biblioteca- -Soy un alfa y no voy a permitir que me quites a la omega que elegí para mi-gruño entre dientes. -Se puede joder el destino contigo incluido. -Nuestro padre no puede salvarla, si la salva nosotros no existiremos y nuestra madre siempre va estar con el alma rota. -El destino se tiene que respetar y si tú vas a amar a otra persona que no sea yo, sera mejor que nos deshagamos de una serpiente. -Si llegamos aquí es por algo, somos una familia, una familia que a superado cada obstáculo y esta vez no era distinto, aunque los obstáculos seamos nosotros mismos. *Los personajes de esta historia son de la brillante mente de JK. Rowling, a excepción de algunos que salieron de mi loca imaginación*
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