Los muertos no mueren, su furia nos acompaña, sus lágrimas nos mojan y están ahí con nosotros, nos guste o no. El problema es cuando juegas a la ouija, echas unas cartas y ella regresa con su furia, su desilusión y se desata el infierno que ahora tienes que apagar por ella y por ti, por esa furia que siempre estuvo también contigo.
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