Nunca imaginé el caos que se desataría al aceptar mi más anhelado deseo, y mucho menos imaginé que mi fin llegaría cuando posara mis ojos en aquel muchacho simpático y carismático. Portador de aquellos ojos oscuros como la noche sin luna, penetrantes como las garras de una pantera hambrienta, y peligrosos como el veneno que escapa del colmillo de las serpientes. Nadie creería lo que ocultaba su alma, y mucho menos imaginaría que aquel muchacho de aspecto inocente; era un asesino a sangre fría. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS