En una noche faltando diez minutos para cerrar la cafetería, Felix decide bailar, se lo merecía, había tenido un día cagado gracias a un parcial atrasado y bailar le mejoraría el ánimo. -Ya que chucha, vida es una- dijo el rubio dejando de lado su trapeador para poner música en los parlantes. Felix se estaba moviendo con mucha energía hasta que dio la vuelta y vió a un chico un poco más alto que él en la entrada del lugar. Felix se quedó pasmado viendo a aquel tipo de vestimentas negras preguntándose desde hace cuánto estaba ahí parado, mientras que el tipo en cuestión, le aplaudía efusivamente. -Al parecer mi galleta de la fortuna tenía la razón.