Nací en el campo, en una colonia correntina, colonia con-formada por inmigrantes, colonia que prosperó por sus naranjales, por sus chacras. Éste ha sido el ámbito de mi infancia y la pasé viendo cómo mi abuelo preparaba sus almácigos y luego los viveros.
Sí, fue así que aprendí como se conformaban, desde las semillas, las quintas.
Lo que quiero decir con esto es que sé lo que significa Semillas en el surco, nombre literal que le he puesto a este poemario, porque de algún modo creo que también responde a un aprendizaje que ahora me permite expresarlo, contarlo si se quiere; transmitir algunas de mis experiencias. De todos modos, lo emocional, lo íntimo, jamás podría trasladarlo en plenitud ya que es factible que perdiera algún efecto; a veces eso sólo comulga más acabadamente con el silencio, porque es allí donde otra vez uno logra esa emoción original, de alegría o de tristeza, pero que le corresponde íntegramente y sólo al corazón.
Pero Semillas en el surco es también una metáfora puesto que de algún modo significa las experiencias incorpora¬das de otros ámbitos, producto de ese serpenteo que significa vivir, de ese escurrirse o soportar los avatares que se nos presentan, de algunas elección muchas veces azarosas, de haber optado por los caminos más correctos, de haber perseguido los sueños más terrenales y posibles.
Todo esto de algún modo significa Semillas en el surco, porque es, ni más ni menos, haber aprendido a sembrar para obtener algún fruto.
Dicho esto, con satisfacción les ofrezco este poemario que escribí en 2005 y al que titulé: Semillas en el surco
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