Primera parte

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I

Juventud, esplendor vital de la vida,

todo en su total,

el impulso, la voluntad

el qué me importa el pasado, el futuro.

La vida a pleno, día a día

hora a hora, minuto a minuto.

No distinguir fronteras

ni barreras que prohíban;

un reto con valentía, con capacidad.

Una ida y vuelta en cada acción;

una rebeldía constante

con cada generación que recicla

para su propio vocabulario.

Voces enérgicas, identidad de cada tribu,

gritos de guerra e insignias.

El alma tatuada, fidelidad con el igual,

diálogos cibernéticos,

textos, chateos, imágenes,

sexo ambiguo sobre el filo de la navaja;

el virus de la libertad a flor de piel.

La vista perdida por la embriaguez,

alcohol, droga, éxtasis;

el destino acostado sin ser visto,

la vida perdida en dos segundos;

segundos sin sentidos.

Juventud, sin poder contenerse,

cerrada la puerta de la libertad.

Voces estallando que obligan a ser escuchadas,

voces que nacen obligando a callar a otras.

Voces de juventud, primavera eterna,

pimpollos florecidos, piel blanca y tersa

de la juventud de siempre.

Oh, juventud, en su libertad encerrada,

universo de sueños utópicos

en una mente colectiva sin contorno.

II

Tú, que eres joven

que recién descubres la primavera

que estás obsesionado con algún sueño o proyecto,

escapa del fanatismo.

Hazte un tiempo para la reflexión,

para que la razón prospere y surja el fruto verdadero,

el de la buena cosecha.

Pero ten en cuenta que los canastos de la vida

suelen contener algunas frustraciones,

hay frutos que eternamente se enseñan podridos

y corrompen la virtualidad del resto.

Tú, que eres joven

levanta la vista sin temor,

aún es muy pronto para tu otoño

no te contagies de los vientos turbulentos,

no te apoques por ningún pesimismo,

no desfallezcas ante las frustraciones.

Semillas en el surcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora