Podía sentir como se me iba la vida de las manos, y sinceramente...poco me importaba ya. Mi corazón estaba oprimido por una gran tristeza y aflicción. El Demogorgon se había llevado todo de mi, cada maldita parte de mi: mi familia, mis amigos, mi amor, mi inocencia...mi vida, todo. Me había robado completamente todo sin dejarme nada. Mi alma y todo lo que alguna vez había sido, ahora era un sueño, un lejano sueño que no podía volver a alcanzar. Lo único que tenía era mi roto ser, un espiritu quebrado de tanto ser pisoteado y que no creía que aguantaría mucho tiempo. Y lo agradecía, estaba cansado de mi tortura y solo me quedaba esperar la muerte...o buscarla yo mismo.