En un pequeño pueblo, a las afueras de Buenos Aires, la joven Clara estaba fascinada con las historias de danzas de todo el mundo. Desde que era una niña, su abuela le contaba historias de cómo las danzas eran ventanas a otras culturas, tiempos y lugares. Con cada historia que escuchaba, Clara soñaba con viajar y experimentar estas danzas por sí misma.