Me atrevo a decir que aquella noticia me la acuerdo de memoria. Solo 8 años tenía aquel entonces, las lágrimas caían en mis mejillas sin poder ser consolada, solo había un gran hueco en mí corazón desde que escuche esas palabras salir de la boca de mí padre. No tenía la capacidad de modular, cada que lo intentaba solo salían más lágrimas. Fui destrozada por dentro, y aún no tengo recuperación.