La tortura continuaba pero ya no dolía como antes. Tantas veces maldecí, tantas veces grite y tantas veces pedí clemencia que estos golpes puramente físicos no eran lo mismo que el principio. Sin embargo, aunque estos golpes ya no dolieran, la marca que habían dejado en mi mente perdurarían hasta mi cercana muerte. Sintiendo como mis extremidades se adormecían, mis sentidos se apagaban y mis ojos comenzaban a cerrarse, jure con las ultimas fuerzas restantes en mi que, si tuviera otra oportunidad, esto no sucedería. TODOS SE DOBLEGARIAN (Imágenes no son de mi propiedad, y sus debidos respetos a sus creadores)