Mi abuela sentía una debilidad por Mattheo, siempre le consentía y le regalaba dulces a escondidas de mi madre. Incluso mis padres querían más a Mattheo que a mí. Era un niño demasiado consentido para ser el hijo del señor tenebroso. El día que cumplió 18 años le organizaron una fiesta donde mi padre dio un anuncio: - Y por todo este cariño que te tenemos, Mattheo, queremos que formes oficialmente parte de esta familia. Así que este es nuestro regalo de cumpleaños, la mano de nuestra querida hija ______. ¡QUE!