Patinar fue lo que los unió desde un principio. Aunque no fuera tan evidente, para uno, el otro era lo que siempre estuvo buscando; y para el otro, no supo que lo necesitaba, hasta que fue demasiado tarde. Maia y Armin pensaban que nada podía cambiar tanto solo por un dueto. Pero de nuevo, la vida le dio a Maia una fuerte bofetada; mientras que a Armin, lo hizo saborear la amarga derrota. ¿Será que, sus errores aún eran remediables? Así fue como ambos sacrificaron sus corazones, rogando que los ecos en el hielo, fueran suficientes para revertir el tiempo, y que, por primera vez, sanaran lo que fue perdido.