░S░O░R░E░L░L░A░ Una limitada risa salió de sus fauces con facilidad, aunque posteriormente siguió con aquel silencio típico de ella junto a una sonrisa. Tomó las llaves entre sus dedos y sujetó nuevamente la mano de la nívea con calma esta vez, encaminándose a la habitación asignada.
– Yo no estoy muriendo ahora mismo, como sea, quédate en la cama.
Abrió la puerta haciéndose a un lado para permitirle él paso a la de irises rojos. Miró con emoción la pulcra recámara de colores crema y mármol, aquel lecho matrimonial bastante acolchado y los muebles finos de caoba. Hubiera gritado en ese mismo instante de no ser por la oración de la muchacha.
– Es complicado, sabes que suele ser torpe y distraída hmn... está bien, sólo esperaré que se encuentre pronto con nosotras.
Una pequeña sonrisa nerviosa salió en ese momento intentando disminuir su pendiente, pero después de todo era una noche en donde debía de cuidarla ¿No?