"Ajax, Tartaglia, el Undécimo de los Once Heraldos de los Fatui..." Murmura, su mano arrastrándose por su espalda. "El hombre que Rex Lapis amó lo suficiente como para esculpir una estatua de él y morir a sus pies. Un maestro de la lanza y el arco, dotado sin medida y nacido en un duro país del Norte". Traga, sus palabras salen lentamente. "Era un guerrero temible, en verdad. Y amaba tan ferozmente como luchaba".