En otro lugar, el sol bañaba con destellos dorados el campo de entrenamiento. Un joven de ojos tan azules como el mar se enfrentaba con una katana de madera a un adversario de cabellos rojizos como el fuego.
—Si sigues así, nunca sobrevivirás a la Selección Final. —Sabito se movía con una destreza feroz, cada golpe suyo era como una tormenta contenida.
—¡Es imposible ganarte, eres demasiado fuerte! —replicó Giyuu, jadeando, su cuerpo cubierto de sudor.
Un poco más lejos, Makomo observaba en silencio. Su sola presencia irradiaba tranquilidad, como una brisa en medio de la tensión.
—Giyuu, tú puedes... solo concéntrate. —Su voz era suave, alentadora. Luego miró a Sabito con reproche—. No seas tan duro.
SE VIENE NUEVO FIN, ¿QUIZÁS?