| 1 de septiembre. Acá llueve. Pero estoy de humor igual |
Estoy muy contenta por vos, ¿sabés?
Siempre me pongo contenta por los logros de mis amigxs, pero de los tuyos aún más porque estoy viendo en tiempo real cómo estás saliendo de la mierda. Me recordás a aquella vez que me dijeron que si no le ponía onda a los procesos, nadie lo haría por mí. Nadie lo está haciendo por vos. Lo hacés todo vos, y es mucho.
Tu forma de sanar apareció de las maneras más locas, pero sos feliz y con eso me basta. Está claro que me pongo muy feliz por vos como tu amiga pero hay algo extra que hace que me ponga aún más feliz. No entiendo si es porque te veo salir de un estado de depresión, o porque siento con todas las áreas de mi corazón lo que pasa con vos.
Porque sí, la amistad sale del corazón pero por alguna razón siento que hay ciertos ventrículos para ciertos amigos, pero en tu caso es como que me ocupás todo el corazón y las arterias también. No sé como puede alegrarse una arteria, pero se alegra todo. Siento ese calorcito del centro de mi pecho cada vez que me contás algo bueno, como cuando me dijiste que estás comiendo sano, cuando me dijiste que ibas a ir al gym o que te salió una canción de tu clase de canto.
Hace años que no me sentía de esta manera, ya sabemos que lo nuestro no es una amistad convencional. ¿Sabés que me pasa? Tal vez esta sensación en la que se me alegran hasta las arterias se me hace extraña e impropia después de todo este tiempo. Pasó mucho tiempo, no sé si la siento impropia porque hace mucho no me sucede, o si es la primera vez que me sucede. Porque claro, una cosa es pasar por ésto siendo una estudiante, viviendo en casa de los papás aún, y de repente me pasa lo mismo que antes (ponele) siendo una adulta. Habitando este cuerpo, esta vida, en donde mis preocupaciones son la cena, la limpieza de la casa y las reuniones de trabajo, en donde todo depende de mí.
(Sigue abajo)