Cavalieer

... el verdadero terror no está alineado a la acción subjetiva de lo inesperado, en realidad no tememos a nuestro asesino, al animal que nos asecha en la noche o al precipicio que nos depara una muerte trágica. Tememos al inmodificable e intransigente final. 

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... el verdadero terror no está alineado a la acción subjetiva de lo inesperado, en realidad no tememos a nuestro asesino, al animal que nos asecha en la noche o al precipicio que nos depara una muerte trágica. Tememos al inmodificable e intransigente final. 

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La historia más triste, es aquella que nunca se contará. Cuanta alegría, cuántos personajes, batallas y viajes que jamás conoceremos.
          Las historias deberían cantarse en tonadas que jamás olvidemos, cantarlas y cantarlas para que nadie las olvide. 

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...no puedo pensar si soy felíz, la filarmonica de estrellas en mi pecho relega mi cerebro a la mudez, y yo, un discapacitado en las decisiones, adicto a ver tus ojos, víctima de tú lisonjero carácter, de tu condenado amor que me somete a una ambivalencia epistemica, yo, un hombre de ciencia y sociedad, tú, amante de la sociedad y ávida de ciencia, cuanto que explicar de un beso. 

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Mis anhelos más profundos, si usted me permite y excuse la libertad en mis palabras, están sujetos a desposar el ardor que calienta su espíritu y otorga a sus ojos el brillo que embriaga a mi desdichada alma. Sepa también, todo aspecto concebido de libertad y alegría, sin usted, para mí sería una prisión a la cual entregaría mi vida para no recordar su cruel rechazo. Respirar sería doloroso, sopesa de no ser digno de su devoción por decisión de usted y desde luego atendiendo a mis raíces cristianas, de nada me sirve volver al polvo si usted no me permite esperarla, sería capaz de tolerar mi letargo pero me sería imposible tolerar mi existencia, privado de su amor y cariño. 
          En virtud de lo mencionado, ruego reciba estás palabras y considere que me encuentro profundamente sometido a éste poderoso sentimiento, no permita usted que perezca en la indiferencia. 
          Att: C a v a l i e r 

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<<... una luz tenue trazaba el camino, la oscuridad abrigaba mis intenciones y la presión en mis venas enloqueció de euforia. El pasillo estaba inundado de su aroma, sabía que estaba en la cocina y no soportaba más estar consciente de su existencia. Tomé el cuchillo más afilado y rebané el pedazo de pastel de mora más dulce que haya probado. Sólo tenía 8 años pero fue el cumpleaños más dulce>>.