Es difícil asimilar que ya no estás, llamabas todos los días, y yo siempre decía que la próxima vez hablaría contigo, que estaba muy ocupada. No podía ir a verte pero sabía que estabas en el mismo lugar siempre, pero ahora… Si hubiera sabido que era tu última llamada, hubiera hecho que durara más tiempo antes de colgar el teléfono. Debí visitarte por última vez, abrazarte, despedirme de ti.
No sé si cuando decías quererme o los halagos a mí eran verdad, todos me decían que no querías a nadie, pero aún así el poco tiempo que pase contigo fue sincero.
Me gusta recordarte cómo eras porque la última imagen que tuve de ti era tan diferente que no pensé que fueras tú, creo que por eso aún no creo que ya no me llamarás, o vacilarás con chistes viejos, o las anécdotas de cuando eras joven.
En un inicio, dije que me había asimilado a tu partida, cuando sucedió no pude llorar y me sentí culpable, tal vez porque no lo creía. Ahora lloro, porque ya no me llamarás por ese apodo que sólo tú me decías, no hablaremos en esas señas que solo tú y yo sabíamos que significaba y reíamos ante la confusión de los demás, no me cantaras por teléfono o me darás ese abrazo de cumpleaños, ni yo a ti.
Dónde quiera qué estes, espero que ya estés bien.