Sus dedos si acaso han tocado el pelaje de un conejo.
No puede ver la sangre ajena, pues su estómago amenaza por revolverse si lo hace.
Cuenta con un cuarto, que revienta de obsesiones incultas; las paredes tapizadas de posters y las repisas llenas hasta las esquinas.
Ella se hace creer ser inteligente y erudita, lo ha hecho desde pequeña, pero su cabeza se considera obtusa. 
Las pocas personas que la conocen de cerca la miran con aburrimiento, tal puede ser la razón de que es muy callada o, tal vez, porque no para de hablar de temas irrelevantes.
En su cabeza nada más habitan los malos recuerdos y las historias que aún no existen, sin embargo, aunque éstos últimos no la dejan tranquila, su pluma rara vez es tentada.

Ella es Conejo Blood.