«Las historias son criaturas salvajes, cuando las sueltas, ¿quién sabe los desastres que pueden causar?»

-Cuando un monstruo viene a verme, J.A Bayona.
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Como sucede con todas las personas normales, me es muy difícil describirme. Pero puedo intentar decir un par de cosas.

Mi personalidad es definida entre polos, nunca en el medio, por eso soy tan drástica en mis decisiones y, cuando las tomo, es muy poco probable que las cambie. Cuando me equivoco lo asumo, pido disculpas, pero a veces no lo hago por vergüenza o por torzuda (que soy bastante). Mi estado mental más común es el despistado, casi siempre ando pensando en otras cosas (muchos de mis amigos se quejan porque me saludan en el centro y ni una mirada les doy), pero eso no significa que soy una persona callada, pues hablo hasta por los codos (o eso dice mi mami. :3). Soy la última de seis hermanos; así que sí, soy un poco engreída y petulante, muchas veces egoísta e inmadura, pero estoy trabajando en ello.

Y ya, suficiente, que apenas terminen de leer eso ya lo olvidaran.

Comencé a escribir porque me dio curiosidad después de haber leído tantos libros, pero me quedé porque es una forma de vivir vidas que no poseo, viajar en pieles que no son mías y transformar al menos el mundo de una sola persona. Escribo porque no me veo no haciendo. Escribo porque a través de los año forma parte de lo que soy y, si dejara de hacerlo, me sentiría presa e inconforme. Escribo porque sí, porque no hay nada mejor.

Y leo porque mi hermana me compró un cuento y no pude parar, de ese momento han pasado cuatro años (que tengo diecisiete), y no me veo dejándolo. Sí, a veces tengo rachas en las que no quiero leer, pero me voy recuperando poco a poco, porque leer es como viajar, como amar, como vivir, leer es alimentar tu imaginación y existen pocas cosas peores que alguien sin imaginación.