Hace cuatro años salí de ese hospital llorando y con el corazón un poquito más vacío porque allí se quedaba una de las personas a las que más quería.
Hoy, salgo igual, con la diferencia de que esta vez, lo que se queda allí es un pedacito de mi corazón, porque hacía tiempo que no estaba tan a gusto ni tan feliz en un sitio del que me duele en el alma tener que irme ya.