Nací pequeña, muy pequeña y con mucho miedo.
Abrir los ojos en este mundo fue una gran responsabilidad. Una vez abiertos no había vuelta atrás.
Durante muchos años he buscado, olvidado, vivido y hasta me he dejado ir algún instante.
He buscado motivaciones, metas, sueños...
He olvidado tristezas, miedos, rencores... aunque algún lastre sigo cargando aún.
He vivido en un hogar feliz, gracias a lo cual no me he conformado ni conformo con menos... a pesar de que en algunos momentos "toca" estar donde sabes que no es definitivamente tu lugar.
Y he vegetado, sí... esa es la palabra. En algunos momentos de mi vida me he dejado arrastrar por la corriente, sin más fuerzas, sólo pensando en la nada... en el no existir. Pero ha durado poco, lo suficiente para coger fuerzas e incluso, alguna vez, crear sueños nuevos. Sí, sueños nuevos que no dependan de quien no merece el honor de pertenecer a ellos...

En esa etapa estoy ahora, a mis 45 años, viviendo experiencias que nunca antes viví; algunas las soñé, las creé en mi imaginación, pero habían quedado en el baúl de los deseos perdidos... Y es ahora, tras aceptar que mi gran sueño nunca se cumplirá porque no dependía sólo de mí, cuando cambio el rumbo, cojo el timón de mi vida, aunque sea con los brazos partidos de tanto nadar contracorriente. Sé que mi estrella me llevará a mi destino.