La Primera Guerra Mundial (1914-1918) comenzó tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando, desatando un conflicto entre las Potencias de la Entente (Gran Bretaña, Francia, Rusia y, más tarde, EE.UU.) y las Potencias Centrales (Alemania, Austria-Hungría, Imperio Otomano y Bulgaria). Fue una guerra devastadora de trincheras que causó millones de muertos. En 1917, la entrada de Estados Unidos y la retirada de Rusia tras la Revolución Bolchevique cambiaron el rumbo. El conflicto terminó el 11 de noviembre de 1918 con la firma del armisticio.

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) comenzó cuando Alemania invadió Polonia, lo que llevó a Gran Bretaña y Francia a declarar la guerra. El conflicto enfrentó a los Aliados (EE.UU., Reino Unido, Unión Soviética) contra las Potencias del Eje (Alemania, Italia, Japón). Tras años de intensos combates y eventos clave como la invasión de Normandía, la guerra terminó en 1945 con la rendición de Alemania y Japón. Fue el conflicto más destructivo de la historia, con entre 70 y 85 millones de muertos, y transformó el orden mundial, marcando el inicio de la Guerra Fría.

La Guerra Fría (1947-1991) fue un conflicto ideológico, político y económico entre Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos superpotencias emergentes tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque nunca se enfrentaron directamente en una guerra militar a gran escala, ambos países compitieron por influencia global a través de guerras indirectas, como en Corea y Vietnam, una carrera armamentista nuclear y la carrera espacial.

El conflicto dividió al mundo en dos bloques: el bloque occidental, liderado por EE.UU. y sus aliados de la OTAN, y el bloque oriental, liderado por la URSS y sus aliados del Pacto de Varsovia. La caída del Muro de Berlín en 1989 y la disolución de la Unión Soviética en 1991 marcaron el final de la Guerra Fría, dando paso a un nuevo orden mundial liderado por Estados Unidos.