Desde que tengo memoria, mis noches han estado pobladas por cosas que no pertenecen a este mundo. Al cerrar los ojos, me sumerjo en paisajes que no reconozco, escucho voces que no he oído jamás en la vigilia y camino entre sombras que no proyecta ninguna luz terrestre. Soñar, para mí, nunca fue un descanso. Fue -y sigue siendo- una forma de atravesar un umbral.

No busqué estas visiones. No las provoqué leyendo libros prohibidos, ni escarbando en lo oscuro por curiosidad. Vinieron solas. Como si algo, más allá de mí, hubiese elegido mi mente como conducto. En ocasiones me despierto sin aliento, con el cuerpo empapado en sudor y una vaga certeza de haber estado realmente en otro lugar. Un lugar al que no pertenecemos. Un lugar que espera.

Al principio, trataba de olvidarlo. Me repetía que eran sueños, productos del subconsciente, nada más. Pero su intensidad crecía. Cada noche, lo que soñaba era más nítido, más coherente, más real. Y sobre todo, más persistente. Como si esas historias quisieran ser contadas. Como si necesitaran encarnarse a través de mis palabras.

Así comencé a escribir. No por placer, ni siquiera por necesidad, sino por urgencia. Al despertar, tomaba nota de todo antes de que la luz del día borrara sus rastros. Lo que leerás aquí es el resultado de ese esfuerzo: fragmentos del mundo al que viajo cada noche, traducidos -con torpeza, tal vez- a nuestro lenguaje.

Algunos relatos vinieron completos, como si me fueran dictados por una voz ajena. Otros llegaron rotos, envueltos en una niebla que tuve que atravesar letra por letra. Todos, sin excepción, son sueños. Pero no sueños míos. Yo solo los visito.

No sé por qué me eligen a mí. No sé si algún día dejarán de venir.

Pero ahora están aquí.

Y esta noche, tal vez, sean tuyos también.
  • Argentina
  • JoinedFebruary 9, 2019

Following


1 Reading List