Quizás sea una pervertida, pero a mi me gusta más llamarlo “amante de lo que alguna vez estuvo prohibido”. Pero claro, es un título más largo. Y es que, no hace tanto como me gustaría, era un pecado muy mal visto el que dos hombres o dos mujeres se besaran. Y ahora, para nuestro gozo y el (maravilloso) disgusto de las mentes cerradas y polvorientas, se ha convertido en un placer común la vista de hombres besándose con pasión y de mujeres arrancándose las bragas entre ellas. Ya no es un fetiche, no es una perversión o un pecado al que quemar.
Ahora, es un “pecado”, una “perversión”, que se admira, se disfruta, se saborea.
Miramos las revistas, las series y las películas, chillamos cuando nos dan indicios de que una pareja lo es, y lloramos cuando tratan de imponernos a la fuerza que esa misma pareja es heterosexual (por miedo a esas sucias y polvorientas cabezas).
Pero ahí está nuestro paso, nuestro grano de arena.
Nos rebelamos.
No nos mordemos las uñas, no golpeamos las paredes ni lloramos hasta el amanecer… Escribimos.
Y joder si escribimos, pensamos escribir desde el primer beso hasta como cae la última gota de semen o como suenan los gemidos de placer que suelten nuestros personajes. Nunca, por mucho que algunos se empeñen, abandonaremos la lucha que hace años se empezó.
Escribid escritores, pintad pintores…, que la lucha no cese y que nuestro arte lo demuestre.
¡Feliz mes del orgullo! Y que la lucha de todos, no sea en vano.