Escribo. Porque cuando escribo se arriman monstruos que viven escondidos; se acercan despacito y me hacen compañía. Porque escucho ruidos que describen mis manos, y veo el mundo que nunca pisé. Escribo porque estoy compartiendo el regalo de la imaginación bendita, para que no se duerma en la memoria y no se pierda en el olvido. Porque cuando escribo hay un niño en mi alma, hay un ser fantástico retozando en mi vientre y en mi mente una rebelión impetuosa de luces. Por eso escribo, porque vivo por dentro y por fuera. Porque cuando escribo, canto, y mi melodía llega a otros mundos curiosos y los adorna; los florece. Porque escribiendo pinto lo inalcanzable, y lo alcanzo, y es mío para siempre. Por eso escribo, porque me transforma, me vierte al corazón que ríe, que llora, que me abraza en el recuerdo eterno. Escribo porque soy quien escribe, y solo sé ser escribiendo.