Mayormente nuestros miedos e inseguridades nos duelen y se anclan a nuestras vidas, como si hubiéramos nacido con ellos.
Vivimos en un entorno donde todo parece estar bien y normal, pero, en nuestro círculo emocional, sentimental y social, todo se desvanece y se destruye, como cuando una persona fuma un cigarrillo, nos encontramos en un estado en el que solo respiramos y existimos.
Cada nuevo día es un regalo de la vida, pero también es un recordatorio de nuestra mortalidad, y lo instantánea que es.
A veces, disfrutamos de una vida sencilla, pero en estos tiempos de caos, salir a comer un helado se ha convertido en una experiencia comparable a fumar drogas. El amor sincero, que antes era valioso, ahora se siente reemplazable y ordinario. Antes, nos llenaban de besos; hoy, muchos solo piensan en sexo.
Hay tantas cosas impresionantes y tenebrosas que, desde nuestra perspectiva, decidimos alejarnos de las redes sociales, (que a menudo son contaminantes). Muchas veces, preferimos dormir o escuchar música para no preocuparnos, distanciándonos de personas tanto verdaderas como mediocres.
A menudo nos enfrentamos a la decisión de vivir en el caos, sintiéndonos vivos, o en paz, aunque eso signifique dejar de respirar.
–Fer