Y grito. Pero no sirve de nada. Porque es una acción inútil. Una llamada de auxilio al vacío. Es pedir ayuda en silencio. Porque no hay nadie aquí para salvarme. Para ayudarme. Para consolarme. Para prometerme que todo va a salir bien. Para recordarme como se sonríe. Recordarme, que tengo que respirar.