Potterhead hasta el alma. Amante de los Merodeadores, del Wolfstar, de los Slytherin, del Dramione.

Del '99 y con demasiada imaginación. Avispada, inquieta, siempre con sueño, responsable, de pensamientos adultos e ilusiones infantiles, demente hasta la saciedad, bastante antisocial y llena de curiosidad. Sentimental entre libros, inaccesible en la vida real.

Quienes me conocen acostumbran a quejarme de mi sarcasmo. ¿Qué puedo decir? Me resulta imposible evitarlo. Quizá tenga la lengua demasiado afilada, tanto que puedo resultar incluso cruel (hasta sin pretenderlo... a veces). Pero dicen que la ironía es la tristeza que, no pudiendo llorar, ríe. Y que sin risa, no somos nada. Por tanto, odiamos la ironía, pero esta está eternamente presente, y resulta incluso necesaria. Al menos para mí. Irónico, ¿no crees?

Además del arte, los libros y la música, también me gustan los sábados, los deportes, los cafés por las mañanas, los silencios llenos de significado, las sonrisas, la forma de los copos de nieve al caer, el aliento de las llamas de una hoguera familiar, la penumbra acogedora, soñar despierta, vivir dormida, el color de las mañanas claras de invierno y una buena historia en una tarde lluviosa en compañía de un chocolate caliente.

En contrapartida, no me gustan las mentiras (sobre todo las dirigidas a niños), las tormentas descoloridas, las lágrimas de tristeza (las de felicidad sí están permitidas), la hipocresía, la arrogancia, la rutina monótona, las arañas, los malos malísimos de los libros (con los malos a secas puedo hacer una excepción), las despedidas, las rendiciones, la absoluta inexistencia de creatividad y el sonido que produce la soledad.

Me encontrarás armada con lápiz y papel y entonces estaré total e irrevocablemente perdida. Pero no has de preocuparte: soy una náufraga que no precisa ni desea ser salvada.