Siempre he sido un ávido lector compulsivo, todo lo que llegaba a mis manos leí, desdé esa entrañable edad de siete años: un día mi madre tubo que sacarme -de las orejas-  del bañó, según ella tenía varias horas sentado allí en la taza del inodoro y ¿que hacia yo allí? Leía periódicos y revistas, cuando apenas leía. Ahora me animé a escribir, por sugerencia de mi propia madre, pero eso no fue ahora, sino hace muchos años atrás, solo que nunca me decidí. Dios, si supiera que historia escribo, me arrancaría las orejas.

Suplico a usted amable lector o lectora que me apoye en recomendarle mis historias con sus amistades o contactos.

Si fuera mucho pedir hacer un pequeño, mesurado y estimulante comentario, no importa si no fuera bueno, toda crítica es bien recibida.

Se lo agradecería con anticipación. Y por último un «voto» no me caería nada mal. Mil gracias.