Me gustaría decir que estoy bien, pero no estoy bien.
Me gustaría sentir el malestar pero carezco de empatía y a este punto intento abofetarme con ello.
Mis sentimientos parecen ser que están en diferente vocablo.
La resonancia es como el rechinar de una puerta antigua o el rasguño de un objeto corto punzante rosando violentamente contra algo metálico.
Ese intolerable sonido que logra colarse hasta en lo más profundo; sin permiso, solo de paso, como cualquier brisa.