Cuando el mundo parecía irse a pedazos y había grites mentales encadenándome a un lugar que amaba, pero solo me hacía daño. El peso de un cuerpo deteriorado, un alma rota y una vida que ya no podía soportar; los sentimientos consumistas que ya no podía contener y el mártir de pensamientos autodestructivos que prometían el alivio que tanto ansiaba obtener.
Fue ese el día que chocaste contra mí, convirtiéndote en el primer rayo de luz después de años de oscuridad, en mi serendipia, palabra que de niña en algún momento había escuchado, pero hasta entonces comprendí.
Tú, mi salvación.