"Seth los arrancó con desesperación, rompiendo las bolsas y bebiéndolas como un animal hambriento. Uno, dos, tres, cuatro… la sangre corría por sus labios y por sus manos, pero no se detenía.
Leonor lo miraba desde el suelo, con el corazón en un puño. El horror era imposible de negar: ese era su verdadero rostro, su naturaleza más oscura. Y, sin embargo, mientras lo observaba devorar cada gota con desesperación, lo único que sentía era una contradicción imposible.
Lo amaba. Incluso con miedo, incluso sabiendo lo que era. Lo amaba."