El: !Basta!, no necesito a nadie en mi vida que me diga como debo llevar mis penas. Eso lo sé mejor que nadie. Es a mí al que le ha tocado vivir la desgracia.
Ella: ¿No necesitas al alguien? O ¿No quieres a nadie? Si tú sabes mejor que nadie lo que has vivido, entonces yo sé mejor que nadie la respuesta que tu corazón quiere escuchar para domar esa lágrimas de esos hermosos ojos cafés y de aquella mirada que brilla con la luz del atardecer.
Él: No lo sabes, definitivamente no lo sabes y nunca lo sabrás.
Ella: Te lo probaré y cuando lo haga, juro que te enamoraras de mi y me querrás como nunca.
Él: Eso es una mentira, todas las personas que creí importante me dijeron lo mismo y se fueron, se fueron enterrandome un puñal de tristeza y melancolía en el pecho dejándome sin ganas de sentir y por eso ya no siento.
Ella: Lo sé, he estado contigo desde siempre, ¿acaso ya lo olvidaste?. Entonces los cristales transparentes que veo caer de tu hermoso pero triste mirar y que se chocan con la suavidad de tu mejilla ¿que son?
Él: No son nada.
Ella: Si lo son, son los gritos de un alma triste que pide ser consolada y que tu testarudez no deja. Entiende que tu no me gustas, no me haces sentir mariposas o que estoy en las estrellas, tu me haces sentir única, necesaria, y sobre todo me haces sentir con ganas de vivir. Dime, ¿ya lo olvidaste? Olvidaste que aún con tu tristeza me salvaste.
Él: Como podría olvidarlo, es de las pocas cosas buenas que he hecho en mucho tiempo.
Ella: Entiende que quiero que sigas viviendo, porque te necesito, y no atrás o adelante de mí, sino a mi lado, llevándome de la mano todos los días. Así que por favor ven, da un paso hacia atrás y te diré lo que tu corazón tanto quiere escuchar.