—Irás al infierno. —Escuchó una voz suave a su espalda. Rose no se movió ante el espíritu de la verdadera dueña del cuerpo que ahora habitaba.
—El infierno no existe, querida. O habría ido allí hace mucho tiempo.
—Quizás. —Dijo la voz más cerca. —Estás tan podrida, Rose. ¿Y sabes lo que creo? Creo que en realidad al estar aquí estas de vuelta en tu propio infierno personal.
—Tienes razón. —Coincidió. Le dio un ultimo vistazo a la casa. Ese siempre seria su infierno. —Pero no me impedirá lograr lo que quiero.
"En cuerpo y alma"